martes, 22 de mayo de 2012

“Don’t worry, Be happy”

    La economía es algo complicado. La bolsa de valores más. Impredecibles. Trampas mortales. Un consejo: mejor evitarlas, a las dos. Se vive mucho más feliz, creedme. Sino acordaros de cuando erais pequeños y aún comíais plastilina.  Yo, por lo menos, no me tenía que preocupar de si el Ibex 35 bajaba en la bolsa o de si España nacionalizaba un banco tan importante como Bankia. Mi única inquietud era no pasarme de la raya cuando pintaba con mis lápices de colores. Y, por contradictorio que parezca, yo quería ser mayor. Ahora, aquí estoy, y sólo deseo volver a ser una mocosa con coletas y con pintura en las manos. Incoherencias existenciales.

Volvamos al tema, que me tengo que centrar (en seguida me voy por las ramas, lo siento). Según la tasa de paro en diciembre de 2011 de los países miembros de la UE, los resultados de España y Grecia, duplican la media europea. Por detrás de ellos, llegan con fuerza países recién rescatados financieramente por el BCE, es decir, Portugal e Irlanda, y países de Europa del Este, desde Letonia pasando por Bulgaria hasta Eslovaquia, que rozan el peligroso 15 %. El resto de países de la UE, se mantienen estables, con una tasa de paro alrededor del 10 %. Destacan por su reducido número desempleados, estados como Alemania o Austria.

En cuanto a la deuda pública en % de PIB de los países de la Unión Europea, sobresale Grecia, seguida de Italia, Portugal e Irlanda mientras que España se encuentra debajo de la media europea (en torno a 80%). Nuestra deuda  es superada por países como Francia, Alemania y Reino Unido, lo que provoca que surja una  pregunta obvia ¿Por qué Ángela Merkel y el resto no paran vigilarnos como si fuésemos a estrellarnos en cualquier momento? Si ellos están peores que nosotros, los números no mienten. La respuesta es sencilla: la imagen que proyectamos en el exterior es diferente. Mientras ellos dan una percepción de seriedad y de seguridad, a los españoles nos ven como los paletos de turno que están a punto de hundirles el chiringuito que tan bien se han montado (la UE). Y si el chiringuito se hunde, ellos se van con él. Para que se entienda: si metemos la pata y nos desplomamos, los llevamos con nosotros.

¿Pero en que se basa esta desconfianza? En prejuicios y estereotipos, por supuesto. Preguntadle a un alemán o a un inglés que saben de España. Te responderán lo mismo: la paella, la sangría, las sevillanas, los toreros, la siesta, mucha playa y mucha fiesta. Y si tienen dos dedos de frente, a lo mejor mencionan a Gaudí o a Velázquez. Podemos quejarnos y recriminarles su falta de cultura pero ¿qué le vamos a hacer? Si somos el destino más elegido por los estudiantes de Erasmus, no es por la calidad de nuestras universidades (que no digo que sean malas, ya que algunas se encuentran entre las mejores del mundo), sino porque en Europa, y en el resto del mundo, España es sinónimos de juerga y de vacaciones. Esa imagen del país nos ha beneficiado durante años, nosotros mismos hemos alentado su difusión, convirtiéndonos así en un destino turístico muy demandado.

Ahora que las cosas no van tan bien, los alemanes y el resto han dejado de hacer la vista gorda a lo que pasaba aquí y se nos han echado encima como perros rabiosos. La prensa ha sacado del armario toda la porquería que habíamos acumulado durante años: los chanchullos financieros de los poderosos  (caso Malaya, caso Gürtel, etc.). Que ni siquiera la Familia Real española, supuesta familia ejemplar, se salve de la sombra de la corrupción es algo alarmante. De hecho, en una encuesta publicada hace años donde se preguntaba sobre este delito, la mayoría de los encuestados aceptaban su existencia y confesaban que si fuesen políticos o ejerciesen algún cargo de poder, también se aprovecharían de su posición privilegiada. Esto no da una idea correcta de los valores y la integridad de nuestra sociedad en el extranjero. En fin, que yo también confiaría antes en un francés que un español, y eso dice mucho.  

Ya me he cansado. No quiero pensar más. Si tengo 16 años y ya me hartado de toda esta situación, no me quiero imaginar con 40 años. Creo que optaré por la filosofía de vida de Bob Marley (mi nuevo dios): “In every life we have some troubles, when you worry you make it double”. Por muy muerto que esté, tenía razón. Si no nos preocupásemos tanto por los problemas, seguramente encontraríamos fácilmente una solución. Sin embargo, los seres humanos tenemos la tendencia de hacer de un grano de arena, una montaña, empeorándolo todo. Yo no seguiré por allí. He decidido dejar de inquietarme. Soy muy joven para pensar como un adulto. Los próximos meses me dedicaré a ver películas Disney  y pensar que todo está bien. Una estupidez, lo sé, pero seré más feliz. “Don’t worry, be happy”, es lo único que puedo aconsejaros.


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