¿Pero
es todo de color rosa? En absoluto. Su aparición también ha desencadenado
problemas, entre ellos la perdida de privacidad. Búscate en Google y es muy
posible que encuentres información tuya. Lo irónica es que normalmente nosotros
mismos la subimos a Internet. También ha afectado nuestra forma de
relacionarnos. No es lo mismo hablar a través de las redes sociales que en
persona, digan lo que digan. Se pierde toda esa parte no verbal como los gestos
o las expresiones, así que bien podrías estar hablando con un robot y ni te
enterarías.
Además
esto de los Whatsapp, de Facebook,.., no me hace demasiada gracia. La gente
cambia (no para bien) detrás de una pantalla, como si ésta se tratase de un
escudo que les protegiese. Se vuelven más “valientes”, o eso se creen, porque
esconderse detrás de un ordenador no me
parece una hazaña heroica, ni mucho menos. Insultan, difaman, te recriminan…¿No
me lo puedes decir a la cara? Así a lo mejor hasta te respondo y todo. Pero no,
ocultarse es más fácil. Y este es el tipo de persona (por llamarlo de alguna
forma) que ha creado Internet: envidiosos, resentidos y capullos de alhelí (como
diría mi profesor de Lengua) que se dedican a hacer daño a los demás o
simplemente a joderles.
Por
último, sólo puedo preguntarme, si después de todo podríamos vivir sin
Internet. Es algo sobre lo que reflexiono frecuentemente (no demasiado, la
verdad). Y es que vivo rodeada permanentemente de tecnología: mi portátil, la Blackberry,
el e-book y mi Ipod, y dependo bastante de ella (¡es que sin ella no podría
escribir aquí!). Así que he llegado a la conclusión de que sí, sí que podría vivir
sin todo esto, los seres humanos lo hemos hecho durante miles de años. Pero (siempre
hay un pero), después de haberlo probado no pienso dejarlo. Jamás. ¿Soy una
adicta? Puede. A lo mejor. Posiblemente. ¡BASTA! (me voy a dormir)
No hay comentarios:
Publicar un comentario