miércoles, 10 de abril de 2013

“Mamá, no me gusta”


Si no fuera por mi santa madre, que ya se ha ganado el cielo, hoy en día me alimentaría básicamente de arroz blanco. Gracias a nuestras guerras, en las que cada una ponía toda su tozudez sobre el campo de batalla, ahora como de todo. Eso sí, ni ella ni yo olvidaremos nunca esas horas interminables que me pasaba delante del potaje de garbanzos.

Sin embargo, pese a esos recuerdos teñidos de gritos, se lo agradezco. De verdad. Porque me he dado cuenta de lo ridículas que son algunas personas con la comida. Que si no me gusta el pescado porque los peces me dan asco, y ni siquiera lo han probado. ¿Qué excusa pondrá el niño, cuando a los cincuenta el doctor le diga que quizá es hora de empezar a comer verduras? ¿No me gustan las espinacas porque son verdes?

Ahora podéis elegir lo que coméis, pero a lo mejor algún día ya no podréis ¿Qué pasará entonces? ¿No comeréis? Así que gracias, mamá.


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