Ella
sonríe de nuevo. ¿No la ves? Sus ojos brillan bajo la luz, sus labios se curvan
bajo los de otro. Y lo odias. Le coge la mano y escapan juntos. ¿No lo echas de menos?
Ella
es feliz como nunca lo fue. Es ella, y se siente bien por fin. Remordimientos.
Porque se marchitó en tus brazos. Lo sabes. Se apagó como el fuego de una estrella, y ni siquiera te diste cuenta.
Ella
vive. Pensaste que no encontraría algo mejor. Te equivocaste. Te dejó, te
hirió, y no lo superaste. Ella sí. Ahora pasea del brazo de otro por las calles que recorríais enamorados.
Ella
encontró lo que buscaba. Tú no, porque sigues necesitándola. Rabia, rencor. Rehízo
su vida, siguió adelante y tú aún no sabes dónde estás. Lamentos. Nunca supiste estar a la altura de una chica como ella. Hoy, al fin, te das cuenta.
Ella
no lo siente. El amor no era bastante para perdonar lo que hiciste. ¿Lo
recuerdas? Recogió sus cosas y desapareció. Y tú no la puedes dejar marchar
aún. Su foto sigue en tu cartera. Y es que creíste ser especial y olvidaste decirle que ella también lo era. Y cuando te partió
el corazón, se quedó con él. Sólo
te quedaban sus sonrisas, y ya ves, ahora se las da a otro. ¿A dónde vas? Tu mundo ha caído en la oscuridad, negra y profunda, sin ninguna estrella que ilumine el camino.
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