La
gente huye, se refugia, al sentir su piel helarse,
Dejando
calles vacías, grises y borrosas.
Así, el frío se apodera de la vida.
Y
silencio.
El
duro asfalto protesta bajo los pies, con suaves quejidos.
El
viento silba en cada esquina, en cada cruce,
Golpeando
con dulzura, sin piedad.
Manos
que juegan al escondite,
Y
sonrisas que resurgen.
Miradas
achispadas.
Se
acerca el invierno. Época extraña, quizá introvertida.
Oculta
belleza bajo pinceladas de cruel indiferencia.
Acusada
de oscura, más luminosa que ninguna.
Azul, caprichosa; una niña mimada.
Cuando
el fuego se enfría,
Sin perder calor.
Despierta.
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