jueves, 11 de junio de 2015

Carta a Ellas

Amistad. Una palabra y mil preguntas ¿Cómo nace? ¿Cómo vive? ¿Cómo muere? Ser extraño, la amistad. Invisible a primera vista. Sin embargo, si te fijas bien, la puedes observar en sus miradas cómplices y en sus gestos inconscientes. La oyes en sus carcajadas compartidas.

La amistad es un bicho raro. Nadie la acaba de entender del todo. Y quizá por ello es especial. Hay que tratarla con cariño, sin atosigarla. Hay que dejarla respirar para no ahogarla. Y jamás olvidarla. Pero qué sé yo, cada amistad es un mundo, dicen. Existen cientos de tipos, aunque sólo una verdadera. Para mí, ellas.

¿Cómo son? Ellas son…indescriptibles. Asombrosas. Diferentes, originales y extraordinarias. Son mujeres fuertes, de las que no se dan por vencidas. Luchan por alcanzar sus sueños sin olvidarse de vivir. Y es que si hay algo en lo que sobresalen, es en disfrutar cada segundo de su vida. Reír hasta llorar, bailar hasta no poder más. Perderse por el mundo para descubrirlo. Querer sin límites, amor incondicional. Infinito por infinito. Y cantar a pleno pulmón. Sin alcohol y sin complejos.

¿Por qué ellas, os seguís preguntando? Admiración. La versión edulcorada de la envidia, diréis. Sin embargo, es absolutamente cierto. Las admiro profundamente, aunque ellas quizá también se están enterando ahora. Mea culpa. He aquí la razón de esta carta. Vosotras. Vosotras que hacéis brillar la vida cuando todo es gris, que endulzáis los días amargos. Locura en vena, chute de adrenalina. Y sonrisas cuando más las necesitas.

Haréis cosas grandes en el futuro, estoy convencida de ello. No os rindáis, no dejéis que otros puedan con vosotras. Lo peor del camino son las caídas, lo mejor es contemplar lo lejos que has llegado. Y vosotras llegareis muy lejos. ¿Por qué? Porque las grandes personas acaban haciendo grandes cosas. Y si tropezáis alguna vez, J.P. Marat siempre dijo: “No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”. Cada error no es más que una oportunidad para ser mejor. Aunque desde abajo todo se ve negro. Lo sé. Sin embargo, la vida no consiste en cuantas veces caes, sino en cuantas te levantas.

Mis últimas líneas. ¿Qué me queda por decir? No perdáis vuestras ganas de exprimir la vida. Vuestra joie de vivre. Nunca. Jamás. Reír hasta llorar, bailar hasta no poder más. Y cantar a pleno pulmón. Vivir es una aventura, y junto a vosotras, la mía será increíble. Por ello, gracias. He aquí mi confesión. 




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